Habitualmente, las dos razones fundamentales por las que una persona decide instalar una piscina elevada suelen basarse en la economía y en la estacionalidad. Lógicamente existen muchas otras razones, pero quizás estas dos, son las más habituales.
En cierto modo, este razonamiento es muy normal, puesto que por lo general este tipo de piscinas suelen ser bastante más económicas (hay excepciones con materiales de altísima calidad, piscinas a medida, etc), e igualmente es verdad que dependiendo de la zona, el uso de la piscina es muy limitado a lo largo del año.
De todos modos, es cierto que cada vez se utilizan materiales de mayor calidad que permiten un uso más a largo plazo aunque lo habitual es que una piscina elevada sea empleada como una opción temporal hasta decidir construir una piscina “de verdad”.
Con el atributo “de verdad” no pretendo desmerecer en ningún caso a las piscinas elevadas, de hecho en algunos aspectos, este tipo de piscina tiene una serie de ventajas en relación a las piscinas tradicionales, tales como que se puede trasladar a diferentes ubicaciones sin ningún problema, en muchas ocasiones resultan más seguras de cara a los niños puesto que resultan más incomodas de acceso, coste muy reducido, etc…todo ello inviable en piscinas tradicionales.
